martes, 8 de diciembre de 2009

Los Padres de Garcilazo de la Vega

Los padres del escritor fueron don Sebastián Garcilaso de la Vega y doña Isabel Chimpu Ocllo

La ñusta Isabel Chimpu Ocllo nació en el Cusco en la segunda década del siglo XVI. Fue hija del auqui Huallpa Túpac, que fue hermano del Sapa Inca Huayna Cápac. Por lo tanto fue nieta de Túpac Yupanqui y biznieta de Pachacútec.

Imagen de Isabel Chimpu Ocllo:





Tupac Yuupanqui Sucesor de Pachacútec asumió el co-reinado a los 16 años, y aproximadamente a los 30, cuando murió su padre se hizo cargo absoluto del poder
Imagen de Tupac Yupanqui:



Su Padre Don Sebastian Garcilaso de la Vega

Comentarios Reales - Primera Parte



PROEMIO AL LECTOR
Aunque ha habido españoles curiosos que han escrito las repúblicas del Nuevo Mundo, como la de México y la del Perú, y la de otros reinos de aquella gentilidad, no ha sido con la relación entera que de ellos se pudiera dar, que lo he notado particularmente en las cosas que del Perú he visto escritas, de las cuales, como natural de la ciudad del Cozco, que fue otra Roma en aquel imperio, tengo más larga y clara noticia que la que hasta ahora los escritores han dado. Verdad es que tocan muchas cosas de las muy grandes que aquella república tuvo: pero escríbenlas tan cortamente, que aun las muy notorias para mí (de la manera que las dicen) las entiendo mal. Por lo cual, forzado del amor natural de patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos Comentarios, donde clara y distintivamente se verán las cosas que en aquella república había antes de los españoles, así en los ritos de su vana religión, como en el gobierno que en paz y en guerra sus reyes tuvieron, y todo lo demás que de aquellos indios se puede decir, desde lo más ínfimo del ejercicio de los vasallos, hasta lo más alto de la corona real. Escribimos solamente del imperio de los Incas, sin entrar en otras monarquías, porque no tengo la noticia de ellas que de ésta. En el discurso de la historia protestamos la verdad de ella, y que no diremos cosa grande, que no sea autorizándola con los mismos historiadores españoles que la tocaron en parte o en todo: que mi intención no es contradecirles, sino servirles de comento y glosa, y de intérprete en muchos vocablos indios que como extranjeros en aquella lengua interpretaron fuera de la propiedad de ella, según que largamente se verá en el discurso de la Historia, la cual ofrezco a la piedad del que la leyere, no con pretensión de otro interés más que de servir a la república cristiana, para que se den gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María su Madre, por cuyos méritos e intercesión se dignó la Eterna Majestad de sacar del abismo de la idolatría tantas y tan grandes naciones, y reducirlas al gremio de su Iglesia católica romana, Madre y Señora nuestra. Espero que se recibirá con la misma intención que yo le ofrezco, porque es la correspondencia que mi voluntad merece, aunque la obra no la merezca. Otros dos libros se quedan escribiendo de los sucesos que entre los españoles en aquella tierra pasaron, hasta el año de 1560 que yo salí de ella: deseamos verlos ya acabados, para hacer de ellos la misma ofrenda que de éstos. Nuestro Señor, etc.

Garzilazo de la Vega



Garcilaso de la Vega descendía, por parte de padre, de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. Nació en Toledo entre 1494 y 1503, posiblemente en 1498.[1] Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero Juan Boscán. Seguramente a este debió el toledano su gran aprecio por la lírica del valenciano Ausiàs March, que dejó alguna huella en su obra.

Garcilaso entró a servir en 1520 a Carlos I de España en calidad de miembro continuo de la guardia regia. Aprendió griego, latín, italiano, francés, música y esgrima. Tuvo un amorío con una dama comunera toledana, doña Guiomar Carrillo, de la cual tuvo un hijo que reconoció de forma póstuma, Lorenzo Suárez de Figueroa, nacido hacia 1521, según dice en su testamento: «Don Lorenzo, mi hijo, sea sustentado en alguna buena universidad y aprenda ciencias de Humanidad hasta que sepa bien en esta facultad; y después, si tuviere inclinación a ser clérigo, estudie Cánones, a y si no, dése a las Leyes; y siempre sea sustentado hasta que tenga alguna cosa de suyo». En los años siguientes luchó en la Guerra de las Comunidades de Castilla y fue herido en la acción de Olías del Rey; también participó en el cerco a su ciudad natal (1522); a finales de ese mismo año se embarcó en compañía de Juan Boscán y Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, futuro virrey de Nápoles, en una expedición de socorro que quiso (y no pudo) evitar la caída de Rodas en poder de los turcos; de nuevo resultó herido, esta vez de gravedad.

De vuelta a España fue nombrado caballero de la Orden de Santiago y en 1524 se enfrentó a los franceses en el cerco de Fuenterrabía. A su retorno a Toledo, contrajo matrimonio en 1525 con Elena de Zúñiga, dama de doña Leonor, hermana de Carlos I; por ello Garcilaso entró a formar parte del séquito de ésta. Por entonces empezó a escribir sus primeros poemas según la estética de la lírica cancioneril, que pronto desechará; además ejerce un tiempo como regidor de su ciudad natal. El punto de inflexión en su lírica obedece a un día de 1526 en Granada, en los jardines del Generalife y cerca del palacio del emperador, como cuenta Juan Boscán: